martes, 28 de febrero de 2017

CARTA Á MOZA

CARTA Á MOZA

En vista de moito que cambearon os tempos, hoxe dáseme por recordar aquelas cartas que na nosa mocidade escribíamos ás mozas e elas a nós. Coido que aínda tendo moitas faltas de ortografía sempre tiñan un valor, digamos literario, que non ten o actual modo de comunicarse. Porque actualmente dende logo non ten ningún, aínda cando as novas xeracións teñen unha escola que nós, seus pais ou avós, nin polo maxín nos pasou.
Que é iso de: “t kiero”. Para isto vou escribir na lingua de Cervantes, o castelán no que fomos “escolarizados”. Elexin a miña época na mili  onde eras a envexa cando o cabo de portas berraba: “Pérez, carta da moza”. Así, vou intentar lembrar as frases recollidas no estilo máis habitual naquel entón. Todas elas foron verídicas, nada da miña inventiva.

En La Coruña a 20 de marzo de 1.962
                                                             Srta. Doña: Rufina Pérez López
Castrelo de Abajo-Ayuntamiento de  Pedrouzo
                                                                                                            
Querida novia:   Quiera Dios que al recibo de esta te encuentres bién de salud y en compañía de tú familia, la mía es un dolor por estar lejos de ti.
Recibí tú carta ayer por la tarde y ya ves lo mucho que te quiero, pues perdí de salír por escribirte lo antes posible, pero también te lo mereces por el beso que imprimiste al final de la carta con el jazmin de tús labios. Me pasé la noche besando sobre tú beso y ya casi no se conoze, en la próxima carta cárgale un poco más a la barra de labios. ¡Y no veas toda la compañía, el que más y el que menos se mueren de envidia!
Me cuentas que tuviste un fuerte catarro con fiebre y no me extraña despues de aquella noche que pasamos en el Casal de Abajo el martes de carnaval y sin ninguna manta con que taparnos, pues además del olor de la paja seca, el polvo hacía toser. Como se entere tú madre es capaz de quemar el casal, pues no me traga, y todo porque mi padre compró el prado del Ribón que ellos querían. ¡Ai, cuando hablemos de voda!
Tengo que darte una sorpresa cariño: Me ascendieron a cabo furriel 2º de cocina y ya no tengo que pelar más patatas. Ahora me van a dar 20 pts., al mes, el doble de hasta ahora, y, con cada peso que tú me mandas en las cartas voy juntando para  ir a verte en el Castromil. No te olvides de meter el billete entre los pliegues de la carta sin que se note, pues hasta me han robado el gorro cuándo estaba en las letrinas y he tenido que robar otro.
      Mi amor, si puedes, me mandas unos chorizos y queso, pues aquí nos salen las alubias por las orejas y el jefe de cocina acaba de comprar cinco toneladas más en el economato.
También si pudieras hacerte con un jamón en la bodega de tús abuelos sin que se enteren, se lo daría al sargento Martínez, pues todos le llevan patatas y ya está empachado de ellas, así casi fijo que me daba permiso para la fiesta de Pascua en la aldea de mi abuela María. Nos queda en camino de sú molino, guardan la llave en el cabanote debajo del feixe de hierba y el Pascán no me ladra porque ya conoce mi ulido. Podríamos pasar casi la noche y sin frío porque el abuelo tiene alli un colchón y dos cobertores además del candil.
Todo esto me lo mandas por tú primo, el Gumersindo de Casas de Arriba que va a ir de permiso una semana, pero sabes que soy muy celoso y lo digo por el, ya me entiendes, que es capaz de inventarte que salgo con una marmota para que seas sú novia. (Y que no se entere sú Eustaquia, pero va cada semana al Papagaio con la Andaluza, una que solo le cobra 25 ptas. por ser cliente fijo, es tan cierto que lo veo con mis propios ojos cuándo voy con el, pero yo tan inocente).
Ai mi lejano amor, te quiero más que la comida de hoy al mediodía, y eso que dieron alubias más dos huevos y un chorizo en salsa con patatas fritas. Hasta el alférez de guardia se chupó los dedos, que ya es decir. Pero eso sí, lavé la boca antes de besar tú foto que lo hago 20 veces al día y aún así la llevo gastada, casi me deberías enviar otra, la que sacaste en la romería del San Blás con aquella blusa y falda, ¡ai..,aquella noche en la carballeira..!, bueno, que no se entere tú madre, esconde bién las cartas.
Mi Rufinita, no sabes el regalo que te compré con mis ahorros¡ Pero esto  no te lo mando por el Gumersindo, es algo íntimo para la mujer que más quiero y con la que sueño despierto en las noches de guardia. Ai mi amor, se me acaba la tinta del bolígrafo y tengo que terminar, cuidate y no vayas al baile ni al cine hasta que sea conmigo. Te quiero más que al sol de mediodía.

Tuyo que lo soy: Eustaquio Quintela  Opazo.